viernes, 15 de octubre de 2010

Roto



El silencio lo envolvía todo. Un silencio pesado, húmedo y espeso.

De pronto un estruendo, un crujir seco, casi doloroso.

El sonido del quebranto de mi alma , por el impacto de una lágrima de ella.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Pide un deseo


Todos estaban alrededor de la mesa, cantaban "cuuumpleañooossss feeeeliiizzzz"

Alguien trajo aquel pastel, trozo de bizcocho con nata y velas encendidas.
Olor a MANTEQUILLA.

-Venga sopla las velas y pide un deseooo jajajajajaaja.

Pensó que tontería lo del deseo..

-Pero ¿y si fuera cierto?

Así que como no le costaba nada decidió probarlo, tal vez se cumpliera en ese su 41 aniversario.


Cogió aire soplaría fuerte para apagarlas de una sola vez, soltó el aire seguido con fuerza las velas temblaron y empezaron a apagarse.

Y justo antes de que la última vela se apagara, pidió su deseo...

- Que desaparezca la Luna y las noches me permitan esconderme sin que su reflejo permita a nadie encontrarme.


La última vela se apagó.

sábado, 24 de julio de 2010

El Piano


Una mirada a la amplio salón, descubriendo rincones conquistados tiempo atrás.

Cerca de la ventana, cerca del mundo exterior, allí estaba el piano.

Dejar arrastras sus dedos por aquellas teclas que en un tiempo pasado sonaron a mil delicadas partituras , emocionantes notas y pasionales pasajes de una obra grandiosa , su vida.

Ya no suenan las notas, ya no se abrazan entre ellas para formar una melodía.

El piano ya no es más que un reflejo en el cristal de la ventana. El cristal que divide dos mundos, el real y el suyo. Uno rápido, casi loco, el otro sin prisas, sin tonos estridentes , casi plano.

Ya no tiene sentido la música si ya no la quieren escuchar.

Teclas con sabor a labios mordidos, con olor a piel viva, con el blanco inmaculado del nácar, ahora tornadas amarillentas.

Notas pegadas a la pared, mezcladas con risas, y suspiros de mujer.

Sonidos de caricias, de roce de la piel. Un te quiero, un que descanses antes de cerrar los ojos.

Un abrazo con sabor a chocolate, con frescor de ducha tibia, con sensaciones de beso en la espalda.

Viejo piano que acompañó los momentos de feliz reir y se calló en momentos de tristeza.

No sonarás más, nadie volverá a profanar tus teclas, ninguna mano se posará donde antes bailaron sus manos.

Piano solitario que dejó de sonar, piano que calla, simbolo de lo que fué y dejó de ser.

Cierra su tapa, camina hacia la ventana, reflejo de su rostro, ya marchito, ya cansado, y detrás el piano.


domingo, 16 de mayo de 2010

Anochece

Anochece desde mi ventana. La luz deja de ser ese brillo que entraba por la ventana . Las sombras toman las paredes instantes antes que las ninfas empiecen a revolotear.

Olor a alas de hada recorren la habitación. Incluso el silencio es diferente en ese instante.

Anochece
, y el día acaba, acaban las oportunidades de cambiar lo que se quería cambiar en ese día.

Un segundo, tal vez menos, un segundo de magia. Casi me pareció escuchar tu risa, pero debió ser el crujir de la luna al levantarse.

Ya está allí, sonriendo una noche más, condenando al sol al destierro. Y es mucho más benevolente que el sol porque la Luna si nos permite mirarla a la cara.

Y estoy seguro? o tal vez solo me lo pareció? vi su sonrisa picarona reflejada en ella.

Ya acaba el día , ya apago el ordenador, ya ceno algo ligero, ya sueño despierto, ya me acuerdo de ti.

Ya acaba el día luminoso y me quedo en mi sofá, subastando un lugar a mi lado, regalando el lado del sofá que tu deberías ocupar.

Ya acaba el día y empiezan los deseos, pero a sabiendas que solo son sueños, llegará el cruel sol a despejar las sombras amables de tu cuerpo, de tus caricias, imaginadas y sentidas.

Llegará la clara luz del sol para hacer desparecer tus dulces sombras sobre mi.

Acaba el día, y poco antes de dormir volveré a decirle a la luna imaginando tus bonitos ojos de hada de los bosques," Buenas Noches".

Sabiendo que jamás lo escucharas, pero, acaba el día y todo sueños escondido brota de un leve recuerdo al rozar de tu piel. insignificante para ti, inmenso para mi.

Acaba el día, ssshuuuuu, no hagais ruido nubes al cruzar mi cielo, no me saqueis de mis sueños de atardecer.

sábado, 8 de mayo de 2010

Reordenando

Se levantó sin prisas.

Sábado , no trabaja y pensó que era hora de reordenar todo.
La cama desecha por la noche anterior, una cama que cobijaba noches de soledad.

Sacudió la sábanas y cayó su olor .

Sacudió las almohadas y cayeron sueños.

Y no quiso parar.

Sacudió su alma y cayeron lágrimas.

Sacudió su piel y cayeron sus caricias.

Sacudió su entender y cayeron sus promesas.

Sacudió su corazón y cayó su nombre.


Lo miró, allá en el suelo, lo recogió: " No, tu no te caigas vuelve a mi corazón "

martes, 30 de marzo de 2010

Un cuento


Esta es la historia de un trovett, un trovett muy especial.

Un trovett es un duende de los sueños, un ser mágico, casi invisible, que habitan entre nosotros. Herederos de la mágia de siglos, nadie sabe de donde vienen con certeza, pero ahi están.

Hay quien dice que son descendientes del dios del sueño, que fué maldito por hacer dormir a un gran dios en medio de una lucha encarnizada, así todos sus descendientes deberían vivir entre sueños, alimentandose de las pesadillas de los humanos.

Es por ello que cuando tenemos una pesadilla y nos despertamos ya nos sentimos
a salvo, y si es un bello sueño nos acompaña esa asensación durante horas. Si un trovett estaba cerca hará desaparecer las pesadillas.

Una noche como tantas otras, nuestro trovett, se deslizó por la puerta semiabierta. Nada más entrar en aquella habitación algo le atrajo como jamás antes lo había hecho nada en este mundo.

Y sintió curiosidad porque solo se oía el respirar de ella, se oía como el aire pasaba entre aquellos labios de mujer, para alimentar los pulmones del ser que dormía, que descansaba y soñaba. Un oxigéno que hacía latir aquel corazón que bombeaba su caliente sangre por cada rincón de su tumbado cuerpo desnudo.

El trovett, se acercó, no habían pesadillas así que no comprendía que le atraía hacia ella.

Llegó casi a tocarla, así pudo ver su bello cabello negro, su piel blanca. Hay quien ni siquiera la vería extremadamente guapa, labios sin una carnosidad extrema, pero bellísimos a los ojos del trovett. No podía apartar su mirada de ella, de ese cuerpo que descansaba. Creía estar viendo un sueño, el sueño que reemplazaba las pesadillas que cada noche absorvía para sobrevivir.

Su sueño, yacía en aquella cama, las ganas de verla sonreir podían más que la necesaria precaución que deben tener los seres mágicos para no ser descubiertos.

Ya no deseaba sus pesadillas, se moría por que no sufriera ni siquiera en sueños. Y ese sería su cometido, cada noche justo despues que ella quedara dormida el velaría su sueño, no permitiría que ninguna pesadilla llegara a tocarla. Nunca rozarían a ese ser que prendó su mágica alma.

Cada noche se sentaba al lado de su lecho, mirando su rostro, imaginando como debería ser sentir esos labios que entreabiertos exalaban el cálido aliento de un ser que sin una sola palabra era capaz de hechizar a un trovett.

Cada noche, necesitaba verla descansar, necesitaba ver como respiraba sin sobresaltos.

Pero jamás tenia pesadillas, jamás un mal sueño que perturbara su descanso pero que alimentara al trovett.

Pero repetía su vigilia una y otra vez, no quería dejar perder un segundo al lado de aquella mujer.

Y pasaban las noches, y no afloraban las pesadillas, su sueño sin que ella lo supiera era plácido porque se sentía protegida.

Y el trovett, se fué apagando sin pesadillas que lo alimentaran, sin malos sueños.
Pero no se alejó de ella, no podía dejar de mirarla, de besarla en su imaginación de sonreir al verla sonreir en sueños.

Una y mil noches, con bellos sueños, tan bellos como su corazón, como el alma blanca de aquel ser que dormía mientras el trovett deseaba fuera feliz incluso en sueños.

Hasta que una noche el trovett no apareció, esa noche habría un vigilante de las pesadillas menos sobre la faz de la tierra. Esa noche el trovett ya no pertenecía a los duendes del sueño que viven entre los seres durmientes. Los ejercitos de trovett eran un alma menos.

Esa noche, al no sentir la presencia de su ser enamorado velando su tranquilidad, esa noche, ella tuvo la más horrible de las pesadillas.

Esa noche ya no existía el vigilante de sus sueños, esa noche sin embargo hay quien dice que una estrella brilló más que nunca, como si se asomara desde el firmamento para asegurarse que ella, no sufría con una pesadilla.

domingo, 28 de marzo de 2010

Entre las estrellas


El sonido del agua hirviendo impregnándose del sabor del café molido, llenando de olor intenso el aire.

El agua cálida cayendo sobre la espalda un segundo antes de cerrar el grifo.

La toalla suave sobre la piel aún mojada.

Vestirse con el aroma del café recién hecho.

Una taza dos cucharadas de azúcar, unas galletas.

La mirada por la ventana, por donde entra el sol, calentando la piel con el olor al after shave.

Colonia sobre la piel, y sobre la camisa.

Mirada en el espejo.

La música suena, invita a bailar, a soñar que se baila.

Abrir el armario, para coger la chaqueta, es la última prenda de vestir para poder salir un día más a trabajar. Y ahí está...

La ropa de ella. Las camisas que olían a ella, dibujando el perfil de sus senos. Sus pantalones que dejaban ver las curvas de mujer, sus chaquetas elegantes, atrevidas, informales. Su vestido, ese vestido especial, casi glamouroso, de suave tacto que tantas veces rozó al pasar tu mano por la cintura de ella, al cederle el paso al entrar o salir.

Y en los cajones su ropa interior, la que le daba una imagen tan deseable, y la que se quitaba de forma tan sensual.

Todo sigue allí, su ropa, su recuerdo...

Todo menos ella, o tal vez si estaba aún.

Hace tanto ya que se despidió de él.
Aún la recuerda, aún la ama, aún espera oir su risa, ver sus ojos, sentir sus manos, rozar su piel...

Sabe que allá donde van las almas ella le espera.

Un día más el vivirá sabiendo que a la noche en esas brillantes estrellas ella se esconderá. Jugarán una vez más, a esconderse y a descubrirla, sin lágrimas.
Porque un día el también se irá, allá donde ella le espera, donde ella le envía cada amanecer un beso con olor a brillante sol, con el tacto del calor, y el sonido de la luz. Donde solo los corazones que aman y son amados pueden estar, donde el tiempo ya deja de tener sentido porque el sentido lo da el amor.

Ella ya no está, ella no volverá.

Ella lo espera sin prisas, pues sabe que él también partirá y, ella irá a su encuentro y con beso eterno lo recibirá, con un abrazo de fuego lo acogerá.

Él ya sale de casa, y antes de cerrar, una mirada al pasillo, sabiendo que no la encontrará y con una pequeña lágrima recorriendo su mejilla hasta el centro de su alma dirá.

"Hasta la noche mi vida, cuando entre las estrellas te volveré a encontrar".